Paseo, Agosto, Flor (poemas)
Ilustración de Pepe Retana
PASEO
Para Almendra y su silencio.
Perdida entre lo verde,
me mira tras lagañas negras.
El viento la arremolina,
diente de león que se deshace.
Giran nubes aborregadas
bajo la curva al centro del cielo.
El recuerdo de mi rostro perdido tras sus pupilas.
Algo la llama sin que yo escuche.
Pego la cara a la tierra,
quizá muy cerca un aro de setas,
un trébol, un cristal.
Su nombre en voz alta
y se asoma como un hongo.
Nariz de fresa mojada huele la tierra.
Sus ojos negros entre espigas
y el espeso pelito que la oculta,
el aire tratando de llevársela.
Ese soplo hace vibrar todo un segundo.
Una cortina que tiembla
sostenida débilmente del mecate
deja ver algo ahí detrás.
Se ha escapado ya.
El olor del suelo se levanta,
por el bosque lo quiere seguir.
Debería soltar la correa, irle detrás,
encontrar aquello que vive entre los aros del tiempo
muy hacia lo dentro de un tronco viejo.
AGOSTO
Voy a ojos cerrados sobre húmeda hojarasca.
El pasto roza mis rodillas.
Luz filtrada entre copas
verdes bailarina.
Huele a lluvia el cielo.
Musgo fueras sobre mi cuerpo,
caballo en el cielo,
te nombro dentro del hueco de un tronco torcido.
Cerros rompen el cielo,
ramas llenan el vacío.
El pasto se rinde suavemente al viento de tu lado.
Verde se expande sobre mí.
El aire sopla tibio.
FLOR
Te abrazaba la tierra.
No existía nada más.
De lo lejos llegaba tu nombre.
Ven, ven, ven.
Sube marcando el camino.
Hasta romper la tierra.
Llegas verdigrito
al cielo sobre tu cabeza.
Una mano invisible te acaricia.
Hambre eras,
perteneces al calor.